Solsticio de Verano e Invierno

Hay dos momentos del año en los que la distancia angular del Sol al ecuador celeste de la Tierra es máxima.
Son los llamados solsticios.
El de verano es el gran momento del curso solar y -a partir de ese punto- comienza a declinar.
Antes de cristianizarse esta fiesta, los pueblos de Europa encendían hogueras en sus campos para ayudar al Sol en un acto simbólico con la finalidad de que "no perdiera fuerzas".
En su consciencia interna sabían que el fuego destruye lo malo y lo dañino.
Posteriormente, el hombre seguía destruyendo los hechizos con fuego.

Se ha asociado esta festividad al solsticio de verano, pero esto tan solo es cierto para la mitad del mundo o, mejor dicho, para los habitantes que viven por encima del ecuador (en el hemisferio norte) ya que para los del sur el solsticio es el de invierno y si me apuran, ni tan siquiera para todos ellos pues esto de San Juan, al menos con este nombre, es patrimonio del mundo cristiano.
Aunque no crean que en los países orientales, con ritos y creencias distintas, no se celebran estas fiestas (eso sí, con otros nombres a cual más variopinto) conservando en todas ellas la misma esencia:
rendir un homenaje al Sol, que en ese día tiene un especial protagonismo: en el hemisferio norte es el días más largo y, por consiguiente, el poder de las tinieblas tiene su reinado más corto y en el hemisferio sur ocurre todo lo contrario.
En cualquier caso al Sol se le ayuda para que no decrezca y mantenga todo su vigor